“Tesis sobre el cuento”, de Ricardo Piglia
“En el mar: cuento de marineros”, de Antón Chejov
“La forma de la espada”, de Jorge Luis Borges
“¿Por qué no bailan?, de Raymond Carver
Ricardo Piglia sostiene que todo cuento tiene una forma doble, ésto es, siempre cuenta dos historias: una concretamente visible y detectable (historia 1), y otra oculta y secreta (historia 2). Éstas implican dos lógicas narrativas antagónicas: son contadas de modo diferente. Los puntos de cruce entre ambas son fundamentales para la construcción del texto, en especial el efecto sorpresa causado por la aparición del final de la historia secreta en la superficie del relato visible. Además, agrega, es la historia encubierta la que consituye la clave de la forma del cuento.
En el cuento de Chejov, la historia 2 llega a la superficie del relato en la forma de una descripción de lo que el sujeto protagonista y narrador del texto observa a través de un agujero ubicado sobre la pared que separa su habitación de la del camarote de luna de miel contiguo. Es una descripción exclusivamente visual, pues el “mirón” no oye nada a causa del ruido de máquinas. Por lo tanto, es tarea del lector interpretar y reconstruir la historia. Lo que el narrador ve y describe es una escena en la que dos novios discuten, el hombre intentando persuadir a la mujer de algo, tarea en la que finalmente triunfa pues cuando ésta asiente, él sonríe felizmente, sale del camarote y regresa con un banquero que tras entregarle una suma de dinero al novio, se queda sólo con la mujer. El sujeto no llega a ver la concreción de la situación, pero a los lectores nos resulta evidente que es lo que sucede a cotinuación, en virtud de nuestra sospecha sobre el motivo de la entrega de dinero.
En el cuento de Borges, la historia 2 toma la forma de un testimonio contado por un sujeto al protagonista y narrador de la historia 1. Se trata de la turbia confesión de un hombre que comienza situándose en la posición de la “víctima” del relato, para luego terminar revelándose como el victimario. La clave de la anécdota reside en una cicatriz que actúa como el disparador del testimonio (va a explicar como fue infligida) y como la evidencia de la inversión de roles (es el traidor el que recibe la marca). Se trata de un desenlace inesperado tanto para nosotros como para el sujeto narrador de la historia 1.
En el cuento de Carver, las historias están más intrincadas. Comienza con un sujeto que ha sacado su mobiliario al jardín delantero de su casa. No se dan los motivos de dicha conducta, pero el énfasis puesto, al referirse a la cama, en el “lado de ella” hace pensar en algún tipo de desengaño amoroso. A continuación el cuento cambia de perspectiva: pasa a centrarse en un chico y una chica que ven los muebles expuestos en el jardín y, convencidos de que se trata de una liquidación casera, deciden acercarse para averiguar precios y llevarse algunos artículos. Luego de un breve intercambio sobre costos, el hombre invita a un trago, pone música e invita a bailar a la pareja. Primero lo hacen entre ellos, después la chica le pide al hombre que baile con ella. Éste acepta y dice algo muy sugerente respecto a quienes miraban lo que sucedía: “creían haberlo visto todo en esta casa. Pero no habían visto ésto, ¿eh?.” Los lectores enseguida hacemos toda clase de conjeturas sobre a que se refiere, y es inevitable relacionarlo con la sospecha del desencuentro amoroso por lo del “lado de ella” de la cama. El cuento vuelve a hacer un vuelco para terminar con la “explicación” que la chica involucrada realiza del hecho semanas después. Ésta es sin duda una historia en la que lo que no se dice despierta mayor interés que lo que en verdad se enuncia.