“Una metáfora viva”, de Celia Guichal
“Las figuras del viajero”
“Citas sobre el viaje”
Celia Guichal sostiene que algunas palabras tienen la capacidad de despertar en nosotros una serie de imágenes que proyectamos sobre el plano de las ideas, los conceptos, los hechos y las acciones. Y señala, muy acertadamente a mi entender, que “viaje” es una de ellas. Apenas leí el título de este texto, recordé la noción de “metáfora conceptual” de George Lakoff que estudié en Semiología del CBC, entendida ésta como una formulación abarcativa de otras tantas que se usan habitualmente en la lengua. Entre ellas estaba “la vida es un viaje”, cuyo dominio incluía expresiones cotidianas como “estar en una encrucijada”, “al borde del precipicio” o “siguiendo nuestro camino”. En aquel entonces, me era inevitable detectar y analizar metáforas en cualquier charla o texto y, por este motivo, no me resultó extraño que el tema del viaje haya sido (y sea) una inagotable fuente de inspiración para gran cantidad de autores, muchos de los cuales son recuperados por Guichal. Además, la autora destaca la indisociable relación que siempre ha mantenido éste con la narración. Respecto a este vínculo, encontré particularmente interesante la idea de que en ambos existen fronteras a cruzar. No sólo las que marcan un inicio y un fin, también las que separan la palabra de la experiencia, el mapa del territorio, un género de otro. En esos casos, acecha el peligro de lo inexplorado, de lo desconocido, del no-retorno. Al escribir, al igual que al viajar, nos vemos obligados a tomar decisiones que pueden marcar y cambiar el rumbo de lo que estamos haciendo (“rumbo”: otra vez la metáfora y otra vez el viaje).
“Las figuras del viajero” es una recopilación de definiciones de palabras que describen a personas que, por diferente motivos, emprenden viajes. Algunos lo hacen para obtener una ganancia como el comerciante o el filibustero. A otros los guía la valentía y la grandeza como el héroe o el caballero andante. Para el cronista, el etnógrafo y el naturalista tiene que ver con su trabajo. Para el místico se trata de un viaje espiritual. Para el cautivo y el exiliado, una decisión que otros han tomado por ellos.
Me fue inesperado encontrar gran interés en estas definiciones. Dos cuestiones en particular llamaron mi atención como potenciales temas a desarrollar en un ensayo. La primera tiene que ver con las semejanzas y diferencias entre conquistadores, exploradores y misioneros, tres palabras cargadas de historia y connotaciones. La segunda está vinculada a dos usos distintos de una misma palabra y al modo en que éstos se relacionan: me refiero a “pasajero”, entendido alternativamente como “viajero” y como “fugaz y accidental”.
“Citas sobre el viaje” es otra prueba de lo fructífero que ha sido este tema para la literatura. Me interesó la tríada narración-memoria-viaje y aquello de que se viaja para contarlo y que la experiencia no tendría sentido si se la olvidara o no se la compartiera con otros. Esta cuestión, además, me pareció asociable con lo del turismo y lo del tiempo, y ésto a su vez con lo que mencioné anteriormente sobre los dos usos de la palabra pasajero. Me refiero a que el turismo, con sus agotadoras excursiones y obligaciones, trastoca los tiempos al exigir el máximo aprovechamiento de la estadía en el lugar al que se ha viajado, lo cual trasforma lo que debería ser (o es vendido como) una experiencia placentera en una carga inaguantable que se esfuma en un instante y perdura sólo en las fotos y el relato que se hacen al regresar, como si todo hubiese sido simplemente para decir a los demás “yo estuve allí y estuve allá”.
lunes, 8 de septiembre de 2008
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